DETALLES DE UN OTOÑO EN SELVA DE OZA

Amanece entre montañas,
pinares, hayas y abetos
y el sol con sus largos dedos
penetra hasta las entrañas,
para calentar el suelo
cubierto de hojas y ramas.
Frondosos bosques esconden
leyendas y mil hazañas
de luchas y de campañas
que a la memoria responden
cual repicar de campanas
que los recuerdos convoquen.
Paseo por tus collados,
adentrándome en tus bosques,
percibiendo los olores
del musgo que va alfombrando
las piedras de mil colores
que mis botas van pisando.
Amarillos y naranjas,
con un resplandor dorado,
contrastan con verdes prados
y con la espuma del agua,
con los picos ya nevados
y las barranqueras bravas.
Majestuoso castillo,
con su cima desplomada,
verde pradera colgada,
donde ascender no es sencillo,
por una senda quebrada,
entre gargantas y riscos.
Como la proa de un barco,
avanzando en el abismo,
cargado de misticismo
vemos el Chipeta Alto,
que nos reta con cinismo
a navegar a su lado.
Boca del infierno, selva,
paraíso delicado,
por el Subordán surcado,
nacido en sierra Bernera,
dando verdor a tus prados
y lozanía a tus vegas.
Otoño en la selva de Oza,
colores que al alma llegan
y los sentidos despiertan
mientras nuestros ojos gozan
de la belleza que encuentran
en cada rincón que asoma.

Texto: José Manuel Trullén

























































 

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