"LA GUARGUERA" UN VALLE SILENCIOSO.

 "Piedras en paredes, piedras.
Pizarras de negro abismo.
Chamineras enlutadas,
llenas de hollín y vacío.
Puertas que no cierran casas.
Ventanales al olvido.
Balcones yertos sin damas.
Calles muertas sin testigos.
Sobre tus grietas la hiedra,
penetrando tus dominios,
avanza firme y ligera
cual osado peregrino.
No busca fama y riqueza,
no hace un alto en su camino.
Sólo busca la certeza
de ocupar en tí su sitio.
Pizarra que cubre apenas
el inclemente destino
y con sollozos se quiebra
entre llantos y suspiros.
Serrablo de tierra vieja.
Valle puro y cristalino.
Verde de pinos y hierba,
blanco de montes albinos.
Padre estéril que no engendra.
Madre que no dejas hijos.
Bancales sin sementeras.
Campos yermos y baldíos.
¿Qué futuro nos espera
al final del laberinto,
si no sentimos tus penas,
ni escuchamos ya tus gritos?
Despiértanos tú, Guarguera,
Serrablo de pueblos vivos.
Sácanos ya de la siesta
y del silencio mezquino
y con toda la nobleza,
busca tu nuevo destino.
Funde de nuevo tus piedras,
limpia calles y caminos,
foguea tus chamineras
y busca nuevos vecinos
que respeten tu alma austera
y tu sentir campesino.
Que vuelvan flores y abejas,
que vuelvan morados lirios,
perfumadas azucenas
con estambres amarillos.
Vuelvan caballos y ovejas,
vuelvan cascadas y ríos,
vuelvan gatos a tus tejas
y vuelva vida y latido".

Texto: José Manuel Trullén.