ALBARRACIN "SANTA MARÍA DE ORIENTE"

Tu nombre evoca el pasado
y origen de nuestros pueblos
que con fuerza han perdurado
hasta los tiempos postreros.
Te habitaron lobetanos,
los visigodos siguieron,
dándote nombre sagrado
elegido con esmero.
Santa María te llamaron,
de Oriente, por más acierto.
Más tarde se acomodaron
en tus magníficos suelos
gentes de pueblos lejanos,
de otras costumbres y credos.
Aben Razim te apodaron
y en tu suelo construyeron
bello Alcázar adornado
emblema de un nuevo reino.
Como la quilla de un barco,
el paisaje vas rompiendo
para ir abriéndote paso
en medio de un mar incierto.
Navega entre los secanos,
orienta tu vela al viento
y aunque el mar esté picado
y se oscurezcan los cielos,
fija el timón con tus manos
para llegar a buen puerto.
Callejones empinados,
arcos hechos con empeño,
aleros bien decorados
y ventanales austeros,
dan belleza al entramado
y la hermosura del pueblo.
Entre balcones colgados,
te miras en un espejo
brillante, puro y tallado
entre arenisca y rodeno.
Protegido, amurallado,
guardas hermosos secretos
asentado en un galacho,
donde el río aparta el lecho
y fluye quedo y calmado
para no herir tus anhelos.
Muchas veces paseado,
gentes venidas de lejos
que contemplan extasiados
tus casas y monumentos.
Albarracín admirado,
penacho rojo e inquieto,
de tu tierra enamorado
sin miedos y sin complejos.

Texto: José Manuel Trullén