CALLEOJEANDO POR ALBALATE - FOTO/CUADROS AL OLEO

Paseo con nostalgia y añoranza
por tus calles estrechas y empinadas
y vuelve a mi cabeza aquel recuerdo
de tardes de verano ya pasadas,
cuando de niño venia a recorrerte
y a sentir el candor de tu mirada.
Recuerdo a mi abuelo en la “espartosa”
trillando y aventando aquellas parvas,
segadas en el “Saso” con sudores,
recogidas y bien engavilladas
con vencejos fabricados con sus manos
para luego poder acarrearlas.
Salian de la torre bien temprano
para hacer esas largas caminatas
y llegar con el carro bien cargado
para tender esas mieses tan doradas.
Ponian a los machos las colleras,
el bozal y las cinchas bien atadas
a ese trillo que separe con sus piedras
los granos, los granzones y la paja.
Muchas tardes bajaba con mi tío
por tus calles divertidas y animadas
saludando a las gentes que, curiosas,
murmuraban : quién es? a tus espaldas.
Puertas de madera siempre abiertas
y pequeños ventanucos en las cuadras.
Estacas de madera en las paredes
o anillas de hierro bien clavadas,
donde ataban a las caballerías,
mientras las aparejaban.
Yo bajada con el tío José “el cojo”
a pasar la tarde en calma
rodeado de libros de aventuras
que a lugares lejanos me llevaban.
Allí, con olor a libro viejo,
la tarima a cada paso chirriaba,
“las joyas de la Castafiore” refulgían
y “Obelix” a los romanos aporreaba.
Recuerdo lo feliz que me sentía
si el abuelo con cariño me mandaba
sacar la burra hasta “el chorro”
y sentarme a ver como abrevaba.
Cuantos años han pasado desde entonces
y tú sigues clavado aquí en mi alma.
Siempre te querré, pueblo querido,
aunque en mi cabeza ya, peine canas.
Fuiste mi infancia de aventuras,
de calles, cuestas y plazas,
de calvario, de tablilla para el riego,
de “almudí”, de “roma” y del “alfa”,
de iglesia de “La Asunción”
y el castillo con su plaza.
Hoy vuelvo a verte Albalate.
No te detengas. Avanza.

Texto: José Manuel Trullén